"La mayor necesidad del mundo
Es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos."
(La educación p.57)


Una mujer...

Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por
la incansable solicitud de sus cuidados;

una mujer que, siendo joven, tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;

una mujer que, si es ignorante, descubre todos los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruída, se acomoda a la simplicidad de los niños;

una mujer que siendo pobre, se satisface con la felicidad de los que ama, y siendo rica daría
con gusto su tesoro por no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud;

una mujer que siendo vigorosa se estremece con el gemido de un niño, y siendo débil se
reviste a veces con la bravura de un león;

una mujer que mientras vive, no la sabemos estimar, porque a su lado todos los dolores se
olvidan, pero después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos
por mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un sólo
acento de sus labios.

De esa mujer no me exijan el nombre, si no quieren que empape con lágrimas vuestro
álbum, porque ya la ví pasar en mi camino...Esa mujer es Mi Madre!.

Autor: Ramón Angel Jara

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